Cuando empecé a hacer SEO, escribir un buen artículo era sinónimo de meter muchas palabras clave y poco más. Hoy, si haces eso, Google te ignora y el usuario también. En Grartwork he visto de primera mano cómo ha cambiado el juego: ahora manda la intención del usuario, la calidad real del contenido y cómo se integra en el negocio. En este artículo te cuento, desde la experiencia y no desde la teoría, qué busca Google hoy en un artículo bien hecho y cómo lo aplico en cada proyecto. La idea es que puedas revisar tu contenido actual y escribir el siguiente con mucho más criterio estratégico.
Entender la intención de búsqueda antes de escribir una sola línea
El error más habitual que veo cuando audito contenidos es escribir pensando en la palabra clave y no en la intención de búsqueda. La keyword es solo la etiqueta; la intención de búsqueda es el problema real que la persona quiere resolver al escribir eso en Google. Si no alineas tu artículo con esa intención, puedes tener tráfico, pero no tendrás clics de calidad, tiempo de permanencia ni conversiones.
Mi proceso siempre empieza igual: busco la palabra clave en incógnito, analizo qué tipos de resultados muestra Google (guías, comparativas, tiendas, vídeos, resultados locales, etc.) y clasifico la intención de búsqueda en informativa, transaccional, comercial o navegacional. A partir de ahí defino qué tipo de contenido tiene sentido crear y qué preguntas debe responder. Este análisis previo vale más que cualquier herramienta, porque te pone en la cabeza del usuario y en la “cabeza” de Google a la vez.
Profundidad útil: ni relleno ni artículos de 500 palabras por norma
Google no pide artículos largos; pide artículos completos. La diferencia es enorme. En Grartwork hemos posicionado contenidos de 800 palabras y otros de más de 4.000, porque la longitud la marca la complejidad del tema y la intención de búsqueda, no una cifra mágica. Lo que sí penaliza, directa o indirectamente, es el relleno: párrafos que no aportan, repiten lo mismo o dan vueltas para “engordar” el texto.
Cuando preparo una estructura, me hago tres preguntas: qué necesita saber alguien que no tiene ni idea, qué necesita alguien que ya sabe algo pero quiere decidir, y qué necesita alguien que está a punto de tomar acción. Con eso creo un índice lógico, con bloques que aportan valor real. Después, cada sección se redacta para resolver algo concreto, no para “hablar de”. Esa forma de trabajar se nota en métricas como el scroll, el tiempo en página y el porcentaje de usuarios que vuelven al buscador.
Experiencia real y ejemplos: el factor que no se puede copiar con IA
Google lleva tiempo insistiendo en la experiencia real del autor: lo que llama E‑E‑A‑T (Experience, Expertise, Authoritativeness, Trust). En la práctica, lo que veo que funciona mejor es contenido que demuestra que has hecho lo que explicas: capturas propias, procesos reales, errores que has cometido, decisiones que has tomado y resultados que has obtenido.
En proyectos de SEO, por ejemplo, no me limito a explicar “optimiza tus títulos”. Muestro cómo lo aplicamos en una web real, qué CTR teníamos antes, qué cambios hicimos y qué pasó después. Eso no solo ayuda al usuario, también ayuda a Google a diferenciar tu contenido de miles de textos genéricos generados con IA. Cada vez que puedas, baja al terreno: pantallazos, mini casos de estudio, fragmentos de código, decisiones de diseño web o de estructura de WordPress que hayas probado tú mismo.
Arquitectura, enlazado interno y contexto semántico
Un artículo bien hecho no vive aislado. Google interpreta tu contenido dentro del contexto de toda la web. Cuando trabajamos un tema en Grartwork, lo hacemos pensando en clusters de contenido: una página pilar que ataca una intención de búsqueda amplia y varias páginas satélite que profundizan en subtemas concretos. El enlazado interno conecta todo esto de forma lógica y clara para el usuario.
A nivel práctico, esto significa que en cada artículo reviso: qué otros contenidos relacionados ya existen, qué enlaces internos tienen sentido para ayudar al usuario a seguir aprendiendo y cómo estructurar los anchors para que sean descriptivos, no forzados. Este contexto semántico ayuda a Google a entender mejor de qué va tu sitio y a qué búsquedas debe asociarte, más allá de una sola palabra clave.
Diseño, legibilidad y experiencia de usuario
Puedes tener el mejor contenido del mundo, que si es un bloque infinito de texto, el usuario se va. Y si el usuario se va, Google lo nota. Aquí entra mi parte de diseño web y WordPress: maquetar pensando en la lectura real, no en el editor. Párrafos cortos, subtítulos claros, listas cuando tienen sentido, tablas comparativas, destacados visuales y, sobre todo, un diseño limpio en móvil.
En muchos proyectos hemos visto mejoras claras de comportamiento simplemente remaquetando artículos: mismo texto, mejor experiencia. Reducir el ruido visual, mejorar el contraste, usar un tamaño de letra cómodo y cuidar el espacio en blanco hace que la persona se quede más tiempo, escanee mejor y encuentre antes lo que busca. Eso se traduce en mejores señales de comportamiento, que acaban influyendo en tu posicionamiento.
Medir lo que importa: datos para ajustar el contenido
Un artículo “bien hecho” no se queda quieto. Lo publico, dejo que Google y los usuarios interactúen con él y luego empiezo a ajustar. Para eso uso, como mínimo, tres fuentes de información: Google Search Console, Google Analytics y alguna herramienta de mapas de calor como Microsoft Clarity.
En Search Console miro con qué consultas reales se está mostrando, qué CTR tengo en cada una y si hay intención de búsqueda que no estoy cubriendo bien. En Analytics analizo el comportamiento: tiempo en página, páginas de salida, rutas de navegación. Y con Clarity veo grabaciones y mapas de calor: dónde hacen clic, dónde dejan de hacer scroll, qué elementos confunden. Con esos datos ajusto títulos, mejoro introducciones, añado secciones o simplifico partes que nadie lee.
La intención de búsqueda como brújula de todo el contenido
Cuando pones la intención de búsqueda en el centro, cambia la forma en la que escribes, diseñas y mides tus contenidos. Dejas de pensar en “qué puedo contar” y pasas a “qué necesita exactamente esta persona en este momento”. Eso afecta al tono, a la profundidad, al tipo de ejemplos y hasta a las llamadas a la acción que incluyes.
En mi día a día veo que los artículos que mejor funcionan son los que resuelven una intención de búsqueda concreta de forma completa, clara y accionable. Si la intención es informativa, el objetivo es que la persona salga entendiendo el tema y con un siguiente paso claro. Si es comercial, el artículo debe ayudar a comparar opciones y tomar decisión. Y si es transaccional, el contenido debe despejar dudas y eliminar fricciones. Usar la intención de búsqueda como brújula te evita escribir por escribir y te obliga a alinear contenido, negocio y usuario.
Integrar la automatización con IA sin perder la voz humana
La IA es una herramienta brutal para acelerar partes del proceso, pero no para sustituir tu criterio. En Grartwork la usamos para ayudar a investigar temas, ordenar ideas, generar primeras versiones de estructuras o detectar huecos de contenido. Pero la experiencia, los ejemplos reales, las decisiones estratégicas y el ajuste fino siguen siendo humanos.
Si dejas que la IA escriba todo sin supervisión, acabas con textos planos que no responden bien a la intención de búsqueda y que no aportan nada diferencial. En cambio, si la usas como apoyo y tú te encargas de aportar contexto, experiencia y enfoque, puedes producir artículos bien hechos más rápido, sin caer en el contenido genérico que Google cada vez filtra mejor.
Preguntas frecuentes
¿Cómo sé cuál es la intención de búsqueda de una palabra clave?
Busca esa palabra en Google en modo incógnito y analiza qué tipos de resultados aparecen primero: si ves guías y blogs, suele ser informativa; si ves tiendas y fichas de producto, es transaccional; si predominan comparativas y rankings, es comercial; si sale sobre todo una marca concreta, es navegacional. A partir de ahí adapta tu contenido a esa intención de búsqueda dominante.
¿Qué extensión ideal debe tener un artículo para posicionar?
No hay una cifra mágica. La extensión la marca la profundidad necesaria para cubrir la intención de búsqueda. Analiza los primeros resultados de Google para esa consulta, fíjate en qué cubren bien y qué podrías mejorar o ampliar. Tu objetivo es ser el recurso más útil y claro, no el más largo.
¿Es obligatorio usar herramientas de analítica para crear contenido?
No es obligatorio, pero sí muy recomendable. Herramientas como Search Console y Analytics te permiten ver cómo responde la gente a tus artículos y qué busca realmente. Sin datos, te quedas en suposiciones y es mucho más difícil mejorar.
¿Puedo posicionar usando solo contenido generado con IA?
A corto plazo, algunos textos generados con IA pueden posicionar, pero a medio y largo plazo lo que aguanta es el contenido que aporta experiencia real, diferenciación y una respuesta sólida a la intención de búsqueda. Usa la IA como apoyo, no como sustituto total de tu criterio y tu experiencia.
¿Cada artículo debe atacar solo una intención de búsqueda?
Lo ideal es que cada artículo tenga una intención principal muy clara y, como mucho, cubra variantes cercanas. Si intentas mezclar intenciones muy diferentes (informativa y transaccional pura, por ejemplo), confundes al usuario y a Google. Es mejor crear varios contenidos bien enfocados y enlazarlos entre sí.
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